Otoños llenos de llanto,
del sutil canto de la hojarasca
rozando la espalda.
Otoños sin el aroma del jazmín,
sin la miel de sus labios,
sin el lucero de sus ojos.
Ese otoño que se robo el sol
el calor de tu abrazo
arrancando de tajo el corazón.
Otoños de llanto,
de nostalgia
disparada a mansalva.
Once otoños sin ti,
sin tu magia.
(A mi madre, que llenaba todo de magia; hoy en su día)
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